17: Escribe sobre una novia que está a punto de decir "acepto" y de pronto se acobarda. Menciona en la historia algo sobre la decoración floral de la ceremonia. Max. una cuartilla.
-Estamos aquí reunidos, para celebrar la unión de estos hijos que han
venido a los pies de Dios, a pedirle su bendición-las palabras sonaban
distantes, con eco, el sacerdote que las decía, bien podría estar a cientos de
metros de distancia, todo haba sido planeado muy rápido, de forma improvisada,
y ahora estaba tomando las manos de Pablo, perdida en sus ojos, viéndolo
profundamente, era la única persona que importaba en ese momento, la única que
estaba presente para ella, necesitaba serlo.
-¿Ana?-dijo el sacerdote, ella salió de su sueño y noto donde se
encontraba como un golpe-¿continuamos?-
-Por supuesto-dijo la novia, en un matrimonio la esposa siempre era el
centro de atención, pero en ese momento se sentía totalmente desapercibida, con
jeans y una camiseta, lo único que la identificaba era un velo, que habían
conseguido prestado horas atrás, la sonrisa de Pablo la hacía tener recuerdos,
sentir bien, era lo único que la mantenía en pie.
-Vamos, hagámoslo ya, escapémonos y casémonos-así la había convencido,
con esas palabras, era tan romántico y tan impredecible, cosa que le encantaba
de él, ella era totalmente lo contrario, sentía que la complementaba, "se
parecen mucho" pensaba cada vez que veía a Pablo de espaldas.
-¿Seguro?-dudo una vez más, como con todas las propuestas que le
realizaban.
-Contigo siempre estoy seguro-la emoción del momento la habían hecho
correr a sus brazos y no pensar en nada, por un segundo pudo olvidar.
-Vamos entonces-había sido su respuesta y ahora estaba ahí, frente a un
sacerdote que accedió casarlos y a punto de estar juntos eternamente.
-Ana, ¿aceptas a este hombre en las buenas y en las malas?, ¿en la salud
y en la enfermedad?, ¿en lo próspero y en lo adverso?-pregunto pausadamente el
sacerdote.
-Yo… yo…-unos segundos antes sabía lo que diría, la palabra tenían que
salir de su cuerpo, peros sus labios y su lengua no querían gesticular, no
podía permitirse decir que si, sin tener la certeza de que era la decisión
correcta.
-¿Pasa algo?-pregunto Pablo.
-No… nada…-contesto Ana dubitativa-necesito ir al baño-salió corriendo.
-¡Ana! ¿Qué pasa?-dijo anonadado Pablo, los ojos de Ana se inundaron, no
podía olvidar, de pequeña había soñado con una boda espectacular, un vestido
gigantesco, cientos de invitados, un anillo gigante, las mesas llenas de
tulipanes, un gran salón y con ese hombre, el resto no importaba si estaba con
él. Salió de la iglesia y saco su celular y marco el número que meses atrás
había borrado, pero en su memoria se mantenía intacto, sonó varias veces.
-Alo-escucho la voz áspera y profunda, una voz que jamás olvidaría, que
deseaba cada día que le hablara.
-¿Todo se ha terminado? ¿No hay vuelta atrás?-pregunto con miedo, no
quería escuchar la respuesta, porque ya la conocía, esperaba que el tiempo de
silencio se prolongara lo más posible, se sentía bien con solo escuchar su
respiración.
-Ana... para-el hombre finalizo la llamada, mas lagrimas bajaron por sus
mejillas, su destino estaba sellado, no lo volvería a tener, se había ido para
siempre, su destino era Pablo. Respiro profundamente y volvió a entrar al recinto.
-¿Estas bien?-Pablo se mostraba muy preocupado.
-Si si, no pasó nada, nada, solo me distraje, acepto, acepto ser tu
esposa-dijo mirando a Pablo y luego al sacerdote, soltó sus manos y se secó las
lágrimas.
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