16: Escribe sobre un personaje que ha durado una semana sin dormir. Max. una cuartilla.
-Todavía nada-dijo decepcionado el comisario Alviarez.
-¡Maldición!-exclamo desesperado Juan, tiro el vaso que tenía en su mano hacia la pared y se reventó en mil pedazos, Juan estaba sudado, tenía la camisa arremangada y sucia, el blanco hacia muchos días se había manchado, pero no importaba, era la menor de sus preocupaciones.
-Estamos ampliando el espectro de búsqueda, pero es una situación complicada, el último reporte que tuvimos fue hace dos días-el comisario Darío Alviarez decía las cosas cabizbajo, con tono pausado, el ánimo que mostraba hace una semana se había desvanecido, no sabía cómo cumplir las promesas que le había hecho a Juan el primer día cuando recibió su llamada.
-Te dije que teníamos que ir cuando el tipo ese dijo-reclamaba Juan con furia entre los dientes, sus ojos estaban rojos, las ojeras eran unas bolsas gigantescas negras bajo sus parpados, pesados, más que cualquier objeto que alguna vez intentara alzar, nada se compara con la fuerza de gravedad que se ejercía en sus ojos.
-No podemos ceder ante ellos Juan, y lo sabes, eso es lo que quieren-se justificaba Darío mientras tocaba su bigote, Juan salió de la habitación con decisión y golpeo con su hombro el cuerpo de Darío.
Juan no recordaba la última vez que se sintió tranquilo, sin estrés, su sonrisa se había borrado el lunes a las 5:45pm, era una hora que no olvidaría, había llegado 45 minutos más tarde de lo esperado, el tráfico, el trabajo y las curvas de Laura habían causado el atraso, esos minutos perdidos eran lo único de lo que se arrepentía en toda su vida.
Debía mantenerse en movimiento, había recorrido toda la casa de arriba abajo, sus pasos eran una repetición constante, todos los días pasaba por los mismos lugares, veía las mismas cosas, en su ausencia notaba las sutiles marcas que ella había dejado, cada habitación se sentía sola y sin vida, la frustración a veces lo dominaba al punto de tomar lo que no estuviera pegado a la pared y lanzarlo contra esta, el suelo estaba lleno de pequeños pedazos de vidrio y cerámica, los sentía al caminar, se iban pegado a sus zapatos como recordatorios punzantes de la situación, su rutina solo era interrumpida para tomar agua e ir al baño, en las noches se quedaba mirando a las afueras de la casa, la acera de cemento duro gris, en su mente escucha el eco de voces infantiles y el revotar de pelotas contra el pavimento.
-Están llamando-Darío había llegado con afán a la habitación por la que en ese momento hacia su caminata Juan, este lo miro estupefacto, el sueño que podía sentir se esfumo y salió corriendo a la sala donde estaba el teléfono intervenido, tomo la bocina y la pego a su rostro.
-Una semana y no tengo el dinero en mis manos-la voz estaba distorsionada, hablaba con un acento muy marcado.
-Hasta hoy pude reunirlo, ¿Dónde lo dejo?, ¿ella está bien?-preguntaba Juan, las palabras salían golpeadas, tenía miedo, quería hablar lo más rápido posible, Darío le hacía señas que no sabía interpretar.
-Te estas burlando de mí, yo no estoy jugando contigo, que lastima que tú lo estés haciendo con la vida de ella-decía la voz distorsionada.
-Lo siento, no estoy jugando contigo, estaba reuniendo todo el dinero, ya lo tengo, ¿Dónde lo dejo?-Juan se desesperaba.
-Papi, ayúdame, tengo mucho miedo-la voz de Ana sonaba entrecortada, estaba mocosa, decía las palabras llorando-¡Ahhhh!-grito, Juan sintió pánico.
-Perdiste-la voz distorsionada había tomado de nuevo el teléfono, Juan escucho un disparo alejado y el beep de la línea, habían trancado, el beep en la mente de Juan se volvió más fuerte, crecía, lo perturbaba, estaba aislado, cerró los ojos y se dejó caer al suelo, cerró los ojos con mucho miedo, tapo sus oídos y cerró los ojos con más fuerza, esto debía ser una pesadilla, quería despertar, o al menos dormir para no volver nunca más.
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