Letra: "R"
-Espero haberlo comprado todo-pensó Felipe nervioso mientras caminaba a su casa con una bolsa en la mano.
Patricia lo esperaba, como todas las noches, aguardaba su llegada, no dormía si no hacia su revisión diaria, hasta que comprobara si Felipe había traído todo lo encomendado y hacia sus oficios diarios, Felipe abrió la puerta y ahí estaba ella sentada en la sala, viendo uno de esos programas de televisión en donde hay debates por temas rebuscados y termina todo con una pelea, Patricia era una mujer gorda y poco agraciada, tenía la cara grasosa llena de acné y el cabello siempre recogido en una cola, vestía una bata con un estampado floral descolorado, estaba en un sillón gigante reclinado y la luz de la T.V. enmarcaba sus facciones.
-Llegaste-anuncio Patricia, su voz era casi imperceptible, en un tono agudo chillón-ven-hizo un ademan con la mano para llamarlo.
-Sí, y son las 6:30pm-Felipe hablaba temblando, ya muchos años le habían enseñado a temer a esa mujer, no se atrevía a verla a los ojos.
-Muéstrame-ella era dominante con cada palabra, sus frases eran tajantes, sonaban como órdenes y no dejaban para segundas interpretaciones, Felipe trajo la bolsa y la abrió.
-Robitussingrip, Rowetos, Redugras, Rhelen-enlistaba mientras sacaba cada caja de medicamento de la bolsa y la ponía en una mesa al lado del sillón de Patricia.
-Trae un vaso-ordenó y Felipe rápidamente busco uno en la cocina, ella lo tomo con su arrugada mano y lo lleno hasta el tope de Rowetos, un jarabe para la tos de sabor genérico, de esos que arrugas la cara cuando lo tomas, ella lo bebía todas las noches antes de dormir, junto a dos pastillas de Robitussingrip, un anti-gripal que complementaban su coctel farmacéutico que la atontaba y hacían que dejara de sentir dolor.
Él ya tenía muy clara su labor, cada día era la misma rutina, sus manos lo hacían de forma automática, tomo un bol que se encontraba al lado de la mesa e introdujo el contenido del Redugras y Rhelen en este, ambos eran cremas para reducir grasa y para reducir la inflamación, Patricia insistía que esa sería la forma de recobrar el cuerpo que en la juventud lucio y con tantas ansias fue admirado, después de tantos años Felipe sabía que esto era totalmente falso e inefectivo, ya dudaba incluso que ese cuerpo alguna vez hubiera existido, pero ¿cómo comprobarlo? Si no existían fotos de esa época, ni nadie que la conociera, él era su única interacción social fuera de la pantalla de T.V. a veces en las mañanas la veía hablando con el astrologo y teniendo una conversación sobre las estrellas y los signos.
Comenzó a masajear su cuerpo, empezaba por sus brazos, y luego sus piernas con estrías, la crema era seca, parecía una pasta, mientras frotaba debajo de sus senos y su panza, ella no decía nada más que el esporádico “quítate que me tapas la pantalla” y le daba un empujón para que la dejara ver, habían días en que lo tumbaba, pero el continuaba sin protestar, por una hora pasaba masajeando hasta que se dormía, entre ensueños ella siempre lloraba, el jarabe para la tos la dejaban en un estado muy sensible.
-Dios te bendiga Felipe- dijo, como todas las noches y le dio una palmada en el hombro, sus parpados pesados caían y Felipe por fin se sentía libre, era el único momento del día que sonreía, salió corriendo a su habitación y saco su última compra, unas papas ruffles, chuchería que tenía rotundamente prohibida, era su escape, tomaba cada papa y la hacia crujir, se sentía libre.
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