Shane Black vuelve a sus raíces luego de "Iron Man 3".
Realizador conocido por sus películas de policías, primero como escritor luego transformado en director, tras darle un intento a las cintas de superhéroes vuelve a lo que conoce y se le da bien, con una historia de detectives ambientada en Los Ángeles de los años 70 y protagonizada por Russell Crowe y Ryan Gosling. Una historia de detectives que sigue a este par mientras intenta resolver el aparente suicidio de una estrella porno.
Una película de personajes, en ellos esta su punto fuerte, con personajes redondos y bien moldeados, la historia funciona gracias a la dupla, que se muestran con mayor potencial del que el caso les ofrece, una investigación y misterio que no es atrapante, es casi como querer a estos mismos individuos pero con otro caso, ¿secuela?. En general sigue las línea del género, los protagonistas se contrastan y se complementan, un misterio que no es lo que parece, y con giros y villanos ocultos para el clímax.
Gosling se muestra carismático, pero en un papel que lo saca de su habitual encanto, un detective poco agraciado, sin éxito, con sentido del humor y positivo, mientras Crow nos entrega un detective seguro, firme y serio, destaca además Angourie Rice, que interpreta a la hija de Gosling, en un rol dudoso en papel, pero que en pantalla funciona y da otro punto de anclaje a la historia. La comedia se queda corta, pudiendo ser más explotada, con una ambientación muy bien lograda, la época es representada con fidelidad tanto en escenarios como en vestuarios. Shane Black de nuevo demuestra su habilidad para construir este tipo de historias, pero en este caso se queda corto.
6/10
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