Consolidado con "Boogie Nights" Paul Thomas Anderson estreno dos años después, el rompecabezas que es "Magnolia", un mosaico de historias que se cruzan y se entrelazan sin saberlo, un relato épico de la búsqueda del amor, perdón y aceptación.
Anderson siempre ha comenzado sus películas con fuerza, "Magnolia", lo rectifica con un inicio certero y que pone el tono de toda la historia que vendrá, tratar de explicar su trama es algo enredado como ella misma, sin referirme a enredado por una forma difícil de entender, su narrativa es clara, si no que es una historia con muchas capas y niveles, sin protagonistas, con historias interconectadas, cada personaje se comparten el peso e importancia en el guion y en pantalla, muestra las complejidades de la vida y los humanos, las historias vienen en pares, con historias que se sienten paralelas pero tratadas de forma y perspectivas distintas, dos padres abusivos, dos hijos con una relación dañada, dos niños genios que sucumben bajo la presión, dos enfermos terminales, todo esto, dentro de unos metros cuadrados, que solo afianzan la idea principal, donde de una forma micro, nos ilustra la posibilidad y la coincidencia, las constantes y variables, puestas a prueba por la inverosimilitud de la vida misma, donde las posibilidades son infinitas y no existen limitaciones.
Con planos secuencias geniales, construidos con esmero y ejecutados a la perfección, la cinta se maneja entre personajes sin perder el ritmo, cada uno aporta en una película de ensamble, de destrucción de caretas y confrontación de realidades, "Magnolia" posee un elenco sin eslabones débiles, una obra cuidada que nos une en nuestra condición humana, nos despoja de superficialidades y nos lleva en nuestra raíces, nuestra humanidad y lo que compartimos en una sociedad donde todos estamos juntos y todos estamos solos. Las posibilidades son infinitas.
8/10
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