Basada en la novela homónima escrita por Irvine Welsh, esta adaptación cinematográfica dirigida por Jon S. Baird, hace honor a su nombre, "Filth"
Un policía que de apariencias, parece modelo a seguir, es en realidad un corrupto, entregado a las drogas, alcohol y otro vicios, movido por la violencia busca resolver un caso que le permita un ascenso a cualquier precio. James McAvoy nos da un personaje despreciable, poco a poco nos presenta a un protagonista sin límites, esta es la intención obviamente de la película, pero termina siendo una historia que vemos desde lejos, no logra conectar con el espectador, donde el policía nos conduce por su rutina y sus hábitos, pero terminan siendo distractores de la trama principal de la película, que en momentos se relega a un segundo plano.
Sexual, drogadicta, irreverente, controversial, son cosas que dejan de ser impactantes al ser tan constantes y repetitivas, para generar un impacto más que para avanzar la trama, lo veo como un experimento que careció de nutrición en su concepción, y que termina por juzgar a su personaje, haciendo un juicio sobre un individuo que minutos antes lo estábamos condecorando y no hay una transición suave ante esto, con algunos chistes certeros, su punto fuerte es su primer acto, donde la exposición está bien lograda y crea un buen panorama para la historia, conocemos a nuestro protagonista y su entorno, pero luego va perdiendo vapor hasta una revelación que se nota forzada y de último minuto. Todo se reduce a un hombre traumado por la pérdida de un ser querido, pero la forma de afrontarlo se nota poco construida e inverosímil, con un tercer acto, que posee un giro impuesto.
5/10
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