Reto escritura creativa: Día 24

24: El personaje se despierta con una llave agarrada firmemente a su mano. Escribe como llego a tener esa llave y que abre. Max. dos cuartillas.

De un golpe subió su torso, despertaba agitado, suspiraba rápido, abrió los ojos con fuerza, la luz lo cegaba, veía los diamantes, se desvanecían, sentía el calor del sol en su piel, era tibio, tenía la franela mojada, llena de sudor y tierra, su respiración era acelerada, no había dormido bien, todo su cuerpo se sentía tieso, le dolía la espalda, su mano estaba entumecida, estiro cada uno de sus dedos con dolor, lentamente, no quería ver el interior de su mano, pero ya sentía su forma, el frío metal que marcaba su palma, los dientes que le sacaban sangre, abrió su mano por completo, y ahí estaba una pequeña llave, no había despertado, seguía en una pesadilla.

Vio con detenimiento la llave, tenía una inscripción que decía “Rojas” en letras negras, su mano seguía entumecida, se paró rápidamente y se pegó contra la pared, había pasado la noche en un callejón, sentía que era el único lugar seguro, donde no lo buscarían, pero igual había mantenido sus ojos abiertos lo más que pudo, el sueño lo había vencido, pero su cuerpo no lo había traicionado, se había aferrado tanto a la llave que la sentía una extensión de su ser, un dedo extra, la acerco a su rostro, no era seguro cargarla de esa forma, en cualquier momento podían aparecer y ese pequeño trozo de metal era su único seguro de vida, respiro profundo, la guardo en su bolsillo y salió corriendo.

-Dame el cofre-le había dicho su compañero apuntándolo con un arma, apenas salió de la casa, estaba agitado, había logrado con maestría y habilidad burlar la seguridad, pero su alegría por haber logrado entrar sin ser detectado se desvaneció de su rostro.

-No tienes que apuntarme-le dijo confundido, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, así no estaba planeado.

-Hiciste lo que tenías que hacer, ahora dame la caja-dijo sin titubear su compañero.

-Se supone que la mitad es mío-le dijo molesto.

-Veras, yo tengo el arma y tú no, las cosas son muy sencillas, tu pago, es tu vida, ahora dame la caja, o te mato y me das la caja, es ganancia para todos-decía de forma cínica e irónica, se burlaba en su cara.

-¡Yo estoy haciendo todo el maldito trabajo!-estaba furico, ¿cómo podía traicionarlo?, había suficiente botín para ambos, cientos de diamantes, para que este patán quisiera ser más inteligente que él.

-Ultima vez-presiono lentamente el gatillo-dámela-él se acercó sin más remedio, frustrado, temblando, su rostro estaba rojo, apretaba los dientes tan fuerte que sentía que se quebrarían, miraba a su “amigo” directamente a los ojos, al estar a unos metros le lanzo con fuerza la caja, este se tambaleo y él salió corriendo, corrió lo más rápido que pudo, con todas sus fuerzas, si él no tenía la mitad de esos diamantes, ese imbécil no tendría ni una, lo había traicionado, la avaricia hacia que todos perdieran, su mano era un puño como una roca, en su interior un pequeño trozo de metal, la clave del asalto.

No podía ir a su casa, no podía ir a la policía, y el único “amigo” al que podía recurrir lo había apuntado con un arma de fuego la noche anterior, el día no era un buen momento para ser un fugitivo, estaba sucio, olía mal, y su rostro no reflejaba más que desesperación, dejo de correr y entro a un centro comercial, a mezclarse con la gente, en su mente solo estaba el brillo de esas piedras preciosas, quería verlas, tocarlas, estaba inmerso en esa idea cuando sintió en su bolsillo un movimiento, que crecía en potencia, ¿Cómo podía haber olvidado el celular?, vibraba y vibraba sin cesar, lo saco de su bolsillo y vio que era un número desconocido el que lo solicitaba, contesto.

-¿Dónde estás?-era el imbécil, se vio tentado a colgarle, pero no tenía muchas opciones, debía jugar bien sus cartas.

-¿Me darás la mitad de los diamantes?-preguntó.

-Te voy a decir lo que está sucediendo aquí, no, no digas palabras, cállate y escucha con atención, yo tengo todos los diamantes, eventualmente abriré la caja, es solo cuestión de tiempo, tu, por otro lado, no tienes nada, una llave que dejara de valer para mí y para el resto del mundo en unos días, me la das ahora y vives o te persigo por siempre-su tono era muy cínico, siempre había hablado así, era un hombre sarcástico, pero nunca con él, se aprovechaba de los demás hablándoles de esa forma, era la primera vez que lo sentía en carne propia, ya había conseguido lo que quería, no lo necesitaba, más que por ese pequeño pedazo de metal. Las amenazas sonaban reales y palpables en su voz, medito unos segundos, no había escapatoria.

-¿A dónde voy?-

Llego al lugar acordado, era un galpón desolado a las afueras de la ciudad, camino lento, entro y ahí estaba, solo, sentado en un rincón con el arma en la mano.

-¡Hola!-le dijo sonriente, agitando el arma.

-Hola-le dijo con cara larga, le molestaba que demostrara tanta seguridad, sabía que había ganado y se lo restregaba, se sentía derrotado, ¿Qué podía hacer?

-Bien, dame la llave y te vas-ordenó, cambiando totalmente su tono de voz, su cara se puso seria, parecía que había envejecido unos 5 años en un segundo.

-Aquí está la llave-la saco de su bolsillo, la subió y se la trago, el metal era rígido, paso por su garganta a duras penas, dejando su sabor impregnado, esa sensación no se borraría de su boca, la sentía bajar por su organismo, lo rasgaba, pero lo hacía sentir a salvo, había movido sus fichas y se había adelantado, su acompañante se levantó rápidamente y lo apunto de inmediato, su cara reflejaba molestia, rabia pura.

-¿Dónde crees que estamos?, ¿crees que esto es una película o algo parecido?, viniste aquí con una pequeña esperanza de poder salir vivo,  ahora con la llave adentro tuyo, firmaste tu muerte, ¿esta era tu jugado maestra? puedo abrirte idiota-sin dudar presiono el gatillo y lo impacto en el pecho, cayó como un saco, sentía un dolor intenso, que se esparcía por todo su cuerpo, en su boca se combinaban el sabor a sangre y metal, su pecho se manchaba de rojo, perdía el conocimiento, sus ojos brillaban por fin pudo ver los diamantes.

Semana 12

78. Fuego
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Reto escritura creativa: Día 23

23: ¿Cuál es uno de tus peores hábitos? inventa un personaje que tiene ese mal hábito pero exagerado al extremo. Max. dos cuartillas.

-Así que puedo decir con toda seguridad que….-

-Hey-interrumpió Eduardo-¿puedes parar y comenzar de nuevo?-se bajó los lentes y le guiño el ojo.

-Ok-dijo la chica nerviosa.

¿Cómo se llamaba?, era lo que pensaba mientras ella comenzaba a repetir sus palabras vacías y sin sentido, ¿cuantos más como esta tenía que aguantar?, tontillos que creían que hacían algo trascendental, esto era obstinante, perder su valioso tiempo, en cosas sin valor alguno, gentuza desubicada, solo había hecho que repitiera su estúpido discurso para poder distraer su mente antes de que pasara el siguiente.

-Creo que estoy lo suficientemente calificada….-fue interrumpida de nuevo por una seña de Eduardo, sin ver su rostro le hizo ademan para que saliera de la oficina.

-¿Siguiente?-pregunto con fastidio, presionando un botón en el intercomunicador.

-En camino-respondió la voz de la recepcionista.

Eduardo estaba desparramado por su silla, con lentes oscuros y un café negro en mano, vio de reojo al muchacho que entro, un tipo pequeño de cabello churco-no busco judíos, siguiente-dijo sin dedicarle más segundos, ni el curriculum más grande podía mantener en popa el peinado de este tipo.

-Ya sabes que hacer-soltó el botón del comunicador y dio vueltas en su silla viendo el techo, el ventilador giraba lentamente y el ventanal a su espalda iluminaba toda la oficina, el techo era alto y su escritorio amplio se encontraba vacío. Pasó una mujer bajita, gorda, de piel morena, con lentes de fórmula, unos zapatos bajos y una falda larga, daba zancadas mientras caminaba, se sentó en la silla y extendió su mano en forma de saludo.

-Soy Daniela Chacón-se presentó.

-¿Te dije que te sentaras?-pregunto viéndola de arriba abajo sin darle la mano, ya sabía que no obtendría el puesto, pero quería ver que decía esta.

-Lo siento señor-se iba a parar.

-No, no, quédate sentada-dijo de forma relajada-así que dime ¿Por qué quieres este empleo?-

-Bueno, considero que esta empresa, es una excelente oportunidad-se explico.

-Detente, te pregunte ¿por qué quieres este empleo?-

-ok, este-se notaba que estaba ordenando sus ideas-es una gran vacante y creo que mis habilidades se adaptan perfectamente a lo que están buscando-argumento la mujer.

-creo que no entiendes mi pregunta, la repetiré lentamente-Eduardo se quitó los lentes, los puso sobre el escritorio, acerco su rostro al de Daniela y gesticulando exageradamente-¿Por-qué qui-e-res es-te em-ple-o?-ella se hecho un poco hacia atrás.

-Como le venía diciendo, cuando leí la oferta de trabajo-él la cayo con un gesto despreocupado de su mano y se acercó más a su rostro.

-Si-gui-en-te-ella salió corriendo, la poca gracia que aún poseía se desvaneció cuando estallo en lágrimas, Eduardo se distrajo fácilmente, moviendo sus dedos, ya había olvidado el rostro de la mujer que había estampado la puerta contra el marco al salir en sollozos, su oficina permaneció vacía unos dos minutos, gloriosos dos minutos, entro otro aspirante.

Paso una mujer alta, con unos tacones rojos, como le encantaban los tacones, un vestido gris pegado, el cabello marrón, y la piel muy blanca, de inmediato se acomodó en su silla.

-Nombre-

-Patricia Álvarez-la mujer tomo asiento sin que se lo pidiera, pero no demostraba inseguridad, estaba muy derecha y lo veía directo a los ojos, bien.

-Cuéntame Patricia, ¿eres la mujer indica para trabajar en Representaciones Estrada?-inquirió.

-No quiero el puesto-respondió decidida.

-¿Ah no?, entonces… ¿por qué estás aquí?-ya lo había intrigado.

-Para encargarme de ti-la mujer se paró rápidamente del asiento, tenía un pañuelo en la mano y lo puso en la boca de Eduardo, este forcejeo sin éxito, veía como el ventilador de su techo giraba cada vez más lento, se iba multiplicando, vio a la mujer, sus ojos se desorbitaban, la habitación se oscureció totalmente, perdió todas las fuerzas.

Despertó, se sentía desorientado, abrió los ojos con pesar, le pesaban los parpados, le dolía la cabeza, todo su cuerpo estaba entumecido y empapado, tenía mucho frío, estaba sentado, trato de pararse, pero tenía sus piernas y brazos atados.

-¿Dónde estoy? ¡AYUDA!-grito desesperado, entro un hombre todo vestido de negro, con una capucha que cubría su rostro, tenía unas tijeras de jardinero en una mano, se acercó a él y lo golpeo con muchísima fuerza el rostro, quedo aturdido, escupió sangre-¿Quién demonios eres?-.

-Soy todos, con 10 años tratando a las personas así, me sorprende que esta sea la primera vez que pasa esto-le dio otro golpe, las lágrimas bajaban por el rostro de Eduardo, tenia miedo, el hombre con precisión y rapidez coloco las tijeras alrededor del dedo meñique de su mano izquierda y sin dudar cerro con fuerza.

Reto escritura creativa: Día 22

22: Abre el primer libro que veas en la página 67. Escoge aleatoriamente una frase en la página y úsala como la primera oración de tu historia. Max dos cuartillas.

Un hombre y una mujer se cogían de los cabellos, los alaban, dolía, pero el dolor no importa cuando el deseo es la motivación que te mueve, la sangre hierbe, sus cuerpos deseaban entrelazarse y hacerse uno, mordidas, rasguños, conocían su anatomía, como un mapa exploraban la piel tensa, con la yema de sus dedos sentían su piel erizada, sudada, tibia, gemidos leves se escapaban de sus labios, ella mordía su oreja, el lamia su cuello, lo marcaba, lo besaba, de pronto la mujer se alejó.

-¿Cómo es tu nombre?-pregunto sin dejar de acariciarlo y tocar su espalda.

-¿Importa?-le dijo el mirándola directamente a los ojos, se quedó por unos segundos viéndolo, él seguía tocando sus piernas, acercándose más a su entrepierna, pero se alejaba en el momento justo, para destruir sus ilusiones solo para hacer el recorrido una vez más, la tentaba, apretaba sus muslos debajo de su falda, su respiración se aceleraba con cada movimiento de su brazo, era exactamente lo que buscaba, lo había encontrado así que ¿Qué importa si se llama Pablo o Adrián?, se abalanzo y lo siguió besando.

“Busco hombre con el cual tener una relación casual, sin compromisos, sin preguntas”, adjunto su foto y le dio enviar, se había sentido tan tonta al publicar aquel post, en una de esas páginas para buscar pareja, había buscado una foto en las que saliera más agraciada, que se viera su escote y que notaran que tenía una buena piel, sabía que no era fea, pero tampoco era la más hermosa, era una chica promedio y trabajaba con los recursos que poseía, no quería amor, solo necesitaba encontrar una forma de saciar sus deseos, no quería compromiso, no quería explicaciones ni momentos incomodos, solo hicieron falta dos minutos para conseguir lo que quería.

Le abrió la camisa de par en par, sin desabrocharla, siempre había querido hacer eso, este hombre tenía el pelo largo, barba, era delgado, la miraba con pasión, la deseaba tanto como necesitaba, la excitaba, ella lo tocaba y notaba que estaba igual, rasguño su pecho, el beso los suyos, los sentía con firmeza, quito su sostén con solo una mano y alzo su falda, la toco, la sintió húmeda, y la siguió tocando, con gentileza, subía su intensidad con cada movimiento, no podía contener sus gestos, los sonidos incrementaban en volumen, ¿Por qué contenerse?, abrió su correa y sintió su miembro.

“Nos vemos el sábado, 8:00pm, Plaza Salas” decía el correo, no había foto, ni más información, ella dudo al leer esto, pero si buscaba una aventura eso era justamente lo que estaba consiguiendo, y ahí estaba con el reloj marcando las 7:58pm, ella esperando ansiosa, no sabía ni que esperar, la plaza estaba desolada, era una zona roja, llena de criminales, había estacionado su auto no muy lejos de ahí, sentía la tentación de salir corriendo, el reloj marco las 8, no vio a nadie, dio media vuelta cuando, lo vio llegar, caminaba lento, seguro, con la camisa por fuera, y un look desaliñado que le resultaba atractivo, estaba preparada para recibir a un gordo grasoso, adicto a las computadoras que todavía viviera con su madre, esto era más que una grata sorpresa, se puso a su lado sin verla a los ojos.

-Sígueme-dijo, se volteó de nuevo, y regreso sobre sus pasos, ella se sentía nerviosa, pero a la vez emocionada, pensó en que hacer mientras él seguía caminando, no miraba hacia atrás, respiro profundo y lo siguió, se puso a su lado, el seguía sin mirarla-vamos cerca-entraron a un hotel y todo empezó.

Seguía estimulándola, con sus manos explotaban un sinfín de sensaciones inexplicables, en muchos sentidos era la primera vez que experimentaba tal placer, la puso frente a su rostro y este beso su labio inferior hasta sangrar, saboreo su sangre, de un empujón la acostó boca arriba, se bajó el pantalón y entro en ella, la lleno por dentro, lo hizo con fuerza, rápido, sentía que la reventaba, ella gritaba de placer, sus ojos se desorbitaban, rasguño toda su espalda, sus manos eran garras que se aferraban, eran uno, el mundo giraba en torno a ellos en ese momento, nadie había sentido nada tan intenso, irrepetible e inigualable, explotaron al unísono, sintió su semilla dentro y la recibía sin miramientos, quería seguir sintiéndolo, pero él la beso por última vez, subió sus pantalones y sin decir palabra se fue.

Con el pasar de los días y las semanas, el recuerdo se vuelve más improbable, ilusorio, irreal, nunca se había sentido tan viva, y no había forma de demostrar que alguna vez lo había conocido, le había proporcionado exactamente lo que buscaba, era un ser enviado para cumplir sus deseos más primitivos y banales. “Busco hombre con el cual tener una relación casual, sin compromisos, sin preguntas” escribe ella todas las noches, nunca más le volvió a ver.

Libro: El nombre de la rosa - Umberto Eco.

Reto escritura creativa: Día 21

21: Historia libre que termine con un "cliffhanger" o gancho. Max. Dos cuartillas.

-¡CORRE!-grito Juan desesperado, él ya había arrancado y estaba unos metros más adelante, Rodrigo seguía sin reaccionar, se había quedado en shock, su mente se había paralizado al igual que su cuerpo, solo con el “corre” había podido reaccionar, lo veía alejarse, en la noche oscura, en las calles solitarias, Rodrigo comenzó a correr, sintió la adrenalina pasar por sus venas, por su cuerpo, nunca había corrido tanto.

-Espérame-decía Rodrigo, Juan corría muy rápido, ya estaba a una cuadra de ventaja, ¿lo estaba abandonando?, no, no era eso, estaban en un momento en que lo que importaba era la supervivencia, correr sin mirar atrás, porque el atrás daba miedo, mucho miedo. Hacia solo unos minutos discutían sobre una chica y quien se la quedaría, en este momento ni recordaba su nombre, hasta que los interrumpieron.

-Hey, ¿tienen cigarros?-había dicho el hombre desde el carro, que se había estacionado a su lado, ¿cómo era su rostro?, Rodrigo trataba con fuerza recordarlo, pero le era imposible era solo una mancha, sus ojos estaban centrados en la espalda de Juan, solo pensaba en seguirle, en que no los alcanzaran.

-No-habían respondido al unísono los dos amigos, y siguieron su camino, no era inusual que personas pidieran cigarros y menos un sábado por la noche, caminaban de forma pausada, por la mitad de la calle, seguían discutiendo sobre la chica, cuando el carro comenzó a retroceder, a ambos les pareció extraño.

-¡HEY!-gritaron del carro, voltearon y una botella iba por el aire y se explotó a sus pies, Rodrigo no entendía nada, y por la expresión de Juan, este tampoco, otra botella salió de la ventana del carro, Juan dio un salto atrás, lo cual hizo que no lo golpeara.

-¿Qué quieren?-pregunto Juan, Rodrigo se sentía muy nervioso, estaba temblando, nunca había manejado bien las situaciones de ese tipo, todo el efecto del alcohol se desvaneció, se sentía sobrio de nuevo. El carro dio la vuelta y se puso de frente a ellos, lanzaron otra botella y los embistieron.

-¡CORRE!-grito Juan, esto había pasado en menos de un minuto, la mente de Rodrigo hacia que se repitiera, en una secuencia interminable, donde cambiaba el orden de los hechos, pero no el efecto, todo los llevaba a estar corriendo en unas calles desoladas, huyendo de un maniático, que los atacaba, estaban cerca de la casa de Juan, unas cuatro cuadras más y estarían a salvo. Rodrigo no pudo contener sus ganas de voltear, miro hacia atrás y no estaban.

-Los perdimos-le dijo a Juan, aunque no estaba seguro que lo escuchara, sonrío, solo era un susto, ya todo había pasado.

-¿ah?-Juan se paró y volteo, seguro también había notado que ya no los estaban siguiendo-apúrate, pueden aparecer en cualquier momen…-¡PAM! El auto salió por una de las intercepciones de la vía a toda velocidad y golpeo a Juan en el costado, este salió volando, Rodrigo se paró en seco.

El conductor del auto, se bajó lentamente, tenía un bate, camino hacia Juan, ignoraba la presencia de Rodrigo, o no le importaba, este veía como se acercaba, Juan intentaba pararse, pero se veía muy golpeado y sin fuerza, el hombre le dio un batazo en la espalda, dos, tres, Rodrigo seguía paralizado, no podía permitir eso, tenía que salvar a su amigo, no dudo más y salió corriendo hacia allá, sin armas, más que sus puños, se abalanzó contra el atacante por la espalda, este comenzó a zarandearse y ambos cayeron al suelo, el rostro de Juan estaba ensangrentado, Rodrigo seguía forcejeando con el sujeto, se le había caído el bate y solo luchaban con sus manos, escucho un impacto, muy fuerte, corto, ambos se detuvieron y se soltaron, Rodrigo volteo buscando el rostro de Juan, estaba destruido, su cráneo había explotado, un estado de desesperación lo invadió, vio al frente, la puerta del copiloto también estaba abierta, ahí estaba otro hombre, con un arma de fuego apuntándolo, el hombre del bate se paró y se puso a su lado.

-Dale a él también-exigió al armado.

-Todavía no-respondió.

Reto escritura creativa: Día 20

20 Escribe una historia donde el personaje principal será alguien que conozcas hoy. Max. dos cuartillas.

-Mucho gusto, me llamo Mixangentil-me presente extendiendo mi mano.

-¿Cómo?-pregunto sin entender, oh no, aquí vamos de nuevo, 23 años viviendo lo mismo me deberían haber acostumbrado, pero, sigue siendo igual de molesto. “Mixangentil” una combinación entre el nombre de mi abuela materna, mi tía segunda por parte de mi padre y el nombre del vecino, que por alguna extraña razón siempre le agrado mucho a mi madre.

-No importa, ummm, llámame Mix-dije risueña, incontables son las ocasiones en las que he dicho esas palabras, digo no importa, con una sonrisa, trato de adaptar mi nombre y así vivir el día a día, habían momentos en los que mi nombre era recibido con risas y otros con incredulidad, dolía más cuando la respuesta era: “no en serio, ¿Cómo te llamas?” o el típico “¿te mataron con el nombre eh?”.

-ok, te diré Miss-dijo el hombre apretando mi mano-mi nombre es Arturo-se presento

-Mix, ¡con X al final!-aclare un poco exaltada, no es tan difícil por Dios.

-Está bien-el hombre soltó mi mano y se alejó un poco anonadado, el primero del día, tengo que cambiar esto, seguí caminando, ahí estaba frente al ascensor, ese hombre había tomado las escaleras, ya había desaparecido y no importaba, vamos mente positiva, es el primer día de trabajo, un nuevo comienzo, “odio los nuevos comienzos” pensé deprimida, y es que comenzar en un lugar, significaba presentarme, decir mi nombre, que se burlen, que no entiendan, que me pidan mi identificación, que me busquen sobrenombres, que hayan más de diez formas de cómo me llama un grupo, y que nunca me lleguen solicitudes de amistad porque nadie sabe escribir mi nombre, ya me había exaltado y estaba respirando de forma agitada, “vamos, hoy no” y comencé con lo que el terapeuta me había enseñado: “10… 9… 8… 7… 6… 5… 4… 3… 2… 1” listo todo en orden, sonrió.

Marco en el botón el piso 34, mientras recordaba las 10 veces que se había mudado durante la primaria y secundaria, con eso y sumado a lo particular de su nombre a veces deseaba que existiera el record de la persona que se ha presentado más veces en la historia, casi con seguridad lo conseguiría, tendría en su casa una placa colgada con su nombre, bien escrito y su nombre se haría conocido, ya no se prestaría para confusiones, sería una ganancia para todos, pero no era así y seguía presentándose a diario, incontable veces, “Mi nombre es Mixangentil”. Se abrieron las puertas del elevador, había llegado, salió nerviosa, vio una recepción y muchos cubículos al fondo, con gente inmersa en su computadoras, vio la hora, eran las 9:01am, “¿ya era tarde?”, se suponía que tenía que llegar a las 9:00am, no, no, no, un mal comienzo, me acerque rápidamente a la recepción.

-Buenos días señorita, se supone que debo empezar a trabajar hoy aquí, no sé si llegue tarde, y si es así pues me disculpo al respecto, me tengo que ver con el ingeniero Contreras-dije rápidamente, mis palabras se entendieron poco por la expresión de la recepcionista.

-Déjame ver si estas en la lista-dijo sin siquiera mirarme-¿tu nombre?-

-¿Mi nombre dices?-preguntaba mi nombre, nadie sabía mi nombre aquí, esto era una oportunidad, no habían listas de asistencia que dijeran mi nombre, usare mi segundo nombre-Mi nombre es: Felperinti-sonreí, era combinación entre el nombre de mi padre, mi hermano mayor y la asistente de mi padre, el cual insistió que fuera incluido, ¿es mejor no?.

-¿Cómo?-pregunto la mujer dudosa, coño aquí vamos de nuevo, el ascensor se abrió a mi espalda, y entro con un café en mano-ahí está el ingeniero Contreras-era el hombre del primer piso.

-Hola Miss-me saludo, que mala suerte tengo.

-¡COÑO!-

Reto escritura creativa: Día 19

Día 19: Re-escribe un cuento de hadas clásico. Max. una cuartilla

-Pásamelo-dijo extendiendo la mano.

W. estaba sentado en el piso, veía a su alrededor pero no reconocía los rostros que lo acompañaban, sus movimientos eran lentos, había perdido la noción del tiempo hace unos minutos o ¿eran horas?

-Toma-le dijo una voz que no cuadraba con la cara que veía, pero pertenecía a T., la mano de este temblaba-¡tómalo rápido!-exclamo exaltado, pero su cuerpo no reaccionaba tan rápido como quería, W. tomo un cigarro largo y lo puso en su boca, lo encendió e inhalo fuerte, siento el humo pasar por su garganta hasta sus pulmones, espeso, con un sabor delicioso, se contuvo y lo exhalo, ¿Cuánto tiempo podía mantenerse en ese estado?, sentía ansias de hacer ejercicio.

T. estaba saltando por todo el lugar, él siempre se encontraba en ese estado, cada vez que W. lo veía, temía lo que pudiera hacer, saltaba de un lugar a otro, asegurando: “¡lo mejor que tengo, es que no hay nadie como yo!”, junto a él, siempre estaba R. un muchacho joven, que se nota trata de imitar todos los ademanes de T. de forma torpe trata de moverse como este, con resultados poco memorables, a W. le gustaba pasar tiempo con R. era mucho más calmado y si lo entendía, le podía seguir el paso, aunque en este momento, no podía seguirle el paso a nadie, se tocó la cabeza repetidas veces diciendo “piensa, piensa, piensa” necesitaba reaccionar, sus pensamientos estaban demasiado dispersos.

W. se levantó, necesitaba caminar, y estirar sus piernas, ¿Cuántos días habían pasado desde que se encerró con estas personas que ni conocía el nombre? Decían que era mejor mantenerse en el anonimato, que su amistad no existía fuera de esas cuatro paredes, a W. le había parecido muy extraño esto pero lo había aceptado, quería sentirse bien, y esta gente le proporcionaba los medios para hacerlo, cada quien en su cabeza buscaba lo mismo que él.

P. entro corriendo y se fue a un rincón, toco su nariz e inhalo, temblaba más que nadie, se sentó y tomo sus piernas, puso su cabeza adentro de ellas, W. salió corriendo hacia él, P. era el único amigo que tenía fuera de la habitación, había entrado junto a él, y ya no había forma de salir, estaban atrapados sin cadenas, amarrados por algo más fuerte.

-¿pasa algo?-pregunto W. preocupado.

-Tenemos que irnos, tenemos que irnos, esto es una mala idea-P. repetía esa frase constantemente, cada vez que iban a la habitación era la misma historia, no se la estaba diciendo a W. las estaba diciendo al aire, eso no evitaba que W. entrara y P. lo seguía, ahora que lo pensaba P. era su R. personal, “¿será que yo llegare en algún momento a estar como T.?” se preguntaba, y se atemorizaba por la posible respuesta. Tomo la mano de P. y la sustancia blanca que en esta estaba, inhalo sin miramientos, sintió por todo su organismo un golpe su rostro se elevó, vio el techo, la luz amarilla se tambaleaba, se agito y caminando hacia atrás se tropezó con B. estaba dormido en el suelo, con el golpe se despertó y se paró de forma lenta y perezosa.

-¿Dónde está mi correa?-dijo con los ojos cerrados B. se quedaba dormido en todos los lugares, entraba a la habitación y para él, todo el lugar era una cama. Todos ignoraron su pregunta, la puerta se estaba abriendo W. volteo su rostro con rapidez hacia la puerta y entro CR. el líder del grupo, que los había unido en ese lugar y proporcionado en la habitación, el no consumía nada, solo la proporcionaba.

-Suficiente, nos vemos el otro fin de semana-dijo y cerró la puerta de un golpe.

W. tomo del brazo a P. que seguía inmerso en su frase y temor, paso el umbral de la puerta y se vio en una avenida desolada, asumía que era mitad de la noche, no sabía cómo irse a casa, no sabía que día era, no sabía dónde estaba, solo pensaba “¿en donde puedo conseguir miel?”.

Cuento: Winnie The Pooh

Reto escritura creativa: Día 18

18: Escribe sobre: un campamento, un grito y una mentira que se hace grande y más grande. Max. una cuartilla.

-AAHHH-gritaron a lo lejos, todos salieron corriendo desesperados, no era coincidencia que el profesor Martínez, hubiera caminado con una escopeta y se hubiera adentrado al bosque, los arbustos les hablaban, sombras pasaban por doquier, los niños estaban asustados, habían quedado con Andrea, que tenía tanto miedo como ellos, siete niños a su cuidado, y nunca había estado con uno más de una hora sola.

-¿Le paso algo al profesor?-pregunto el pequeño Jorge aferrándose a la pierna de Andrea, estaba temblando, era un niño tierno, de siete años, con una curiosidad gigantesca, se la pasaba haciendo preguntas y cuestionando todo, “¿Qué es esto?” era la frase que salía más de su boca. Andrea caminaba hacia atrás poniendo sus manos al frente de los infantes, ella era lo único que los separaba de aquello que los acechaba.

-No pasa nada, ahora suelta mi pierna, necesitamos entrar a la carpa-Andrea tenia a otros seis niños detrás de ella, requerían también su atención, unos tenían las manos en la cabeza, otros lloraban en silencio, las lágrimas bajaban por sus rosadas mejillas y solo hacían gestos de quedarse sin aire, Juan, el más pequeño de todos, con cinco años, era el único que se veía calmado, parecía no entender la situación, que todo era un juego, era el que caminaba más rápido.

-Andrea, ¿y la comida?-Gustavo le pregunto, su llanto había cesado, parecía que la preocupación que habían tenido unos minutos atrás se le había olvidado, estaban caminando hacia atrás para mantener la vista en la fogata y en la gran sombra que se movía sin cesar, veía los malvaviscos quemarse, se escuchaban rugidos leves, cosas que se destrozaban, la voz del profesor ya hacía unos segundos que no se escuchaba, pero se sentían horas, la carpa estaba a unos diez metros de distancia, en lo que parecían kilómetros.

-En la carpa hay comida-mintió Andrea, daba los pasos con mucho cuidado, el campamento estaba lleno de hojas que no quería quebrar, hacer ruido no era una opción.

-Me quiero ir a casa-dijo Jesús que salió corriendo a la carpa a resguardarse, todos lo siguieron, “ese condenado niño nunca sigue las instrucciones” pensó Andrea, los rugidos se hicieron más fuertes, escucho pasos acercándose, vio unas garras gigantes asomarse entre los árboles, la garra era del tamaño de su torso, era peluda y con uñas afiladas, Andrea corrió y tomo a Jorge entre los brazos, los niños comenzaron a gritar cuando la vieron moverse y anduvieron con más velocidad hacia su refugio.

-Ok niños, estén tranquilos, no pasa nada, esto es todo un juego-quería consolarlos, ella sabía que todo era patrañas, ¿pero que iba a decir? ¿Qué estaban siendo atacados por una bestia del bosque? Eso no remediara nada-el profesor se ha disfrazado de oso, es como jugar al escondite ¿entienden?-

-Si-dijeron todos al unísono, se emocionaron, querían jugar.

-Ok niños, ¿qué tal si yo me escondo?-de la cara de Andrea comenzaron a bajar las lágrimas, cuando vio que ya no la veían, se sentía sonrojada, sus manos temblaban-todos tápense los ojos y cuenten hasta 100-ordenó, los niños seguían la corriente y lo hacían con juicio, 1, 2, 3… comenzaron a decir como un coro de voces blancas, Andrea se preguntaba si ¿en verdad creían que jugaban al escondite? o ¿se estaban auto-engañando como ella? 10, 11, 12… escucho pasos fuertes a sus espaldas, casi por inercia vio como los niños tapaban con mucha fuerza sus ojos y contaban más duro, 25, 26, 27… la luz de la luna se reflejaba en la carpa, 39, 40, 41 vio como la silueta de la bestia se acercaba, con cada paso se veía más definida su forma, 58, 59, 60... la bestia se puso en dos patas y era una mole, gigante, de dos metros y medio de masa pura que se cernía sobre ellos 73, 74, 75....

-Todo va a estar bien niños-la bestia alzo su garra filosa 85, 86, 87… y la abalanzó sobre la carpa 90, 91, 92…-todo va a estar bien-mintió Andrea por última vez, cerró los ojos y sintió el golpe sobre su cuerpo… 100.

Semana 11

71. Oído
72. Tacto
73
74
75. Aire
76. Tierra
77. Agua

Reto escritura creativa: Día 17

17: Escribe sobre una novia que está a punto de decir "acepto" y de pronto se acobarda. Menciona en la historia algo sobre la decoración floral de la ceremonia. Max. una cuartilla.

-Estamos aquí reunidos, para celebrar la unión de estos hijos que han venido a los pies de Dios, a pedirle su bendición-las palabras sonaban distantes, con eco, el sacerdote que las decía, bien podría estar a cientos de metros de distancia, todo haba sido planeado muy rápido, de forma improvisada, y ahora estaba tomando las manos de Pablo, perdida en sus ojos, viéndolo profundamente, era la única persona que importaba en ese momento, la única que estaba presente para ella, necesitaba serlo.

-¿Ana?-dijo el sacerdote, ella salió de su sueño y noto donde se encontraba como un golpe-¿continuamos?-

-Por supuesto-dijo la novia, en un matrimonio la esposa siempre era el centro de atención, pero en ese momento se sentía totalmente desapercibida, con jeans y una camiseta, lo único que la identificaba era un velo, que habían conseguido prestado horas atrás, la sonrisa de Pablo la hacía tener recuerdos, sentir bien, era lo único que la mantenía en pie.

-Vamos, hagámoslo ya, escapémonos y casémonos-así la había convencido, con esas palabras, era tan romántico y tan impredecible, cosa que le encantaba de él, ella era totalmente lo contrario, sentía que la complementaba, "se parecen mucho" pensaba cada vez que veía a Pablo de espaldas.

-¿Seguro?-dudo una vez más, como con todas las propuestas que le realizaban.

-Contigo siempre estoy seguro-la emoción del momento la habían hecho correr a sus brazos y no pensar en nada, por un segundo pudo olvidar.

-Vamos entonces-había sido su respuesta y ahora estaba ahí, frente a un sacerdote que accedió casarlos y a punto de estar juntos eternamente.

-Ana, ¿aceptas a este hombre en las buenas y en las malas?, ¿en la salud y en la enfermedad?, ¿en lo próspero y en lo adverso?-pregunto pausadamente el sacerdote.

-Yo… yo…-unos segundos antes sabía lo que diría, la palabra tenían que salir de su cuerpo, peros sus labios y su lengua no querían gesticular, no podía permitirse decir que si, sin tener la certeza de que era la decisión correcta.

-¿Pasa algo?-pregunto Pablo.

-No… nada…-contesto Ana dubitativa-necesito ir al baño-salió corriendo.

-¡Ana! ¿Qué pasa?-dijo anonadado Pablo, los ojos de Ana se inundaron, no podía olvidar, de pequeña había soñado con una boda espectacular, un vestido gigantesco, cientos de invitados, un anillo gigante, las mesas llenas de tulipanes, un gran salón y con ese hombre, el resto no importaba si estaba con él. Salió de la iglesia y saco su celular y marco el número que meses atrás había borrado, pero en su memoria se mantenía intacto, sonó varias veces.

-Alo-escucho la voz áspera y profunda, una voz que jamás olvidaría, que deseaba cada día que le hablara.

-¿Todo se ha terminado? ¿No hay vuelta atrás?-pregunto con miedo, no quería escuchar la respuesta, porque ya la conocía, esperaba que el tiempo de silencio se prolongara lo más posible, se sentía bien con solo escuchar su respiración.

-Ana... para-el hombre finalizo la llamada, mas lagrimas bajaron por sus mejillas, su destino estaba sellado, no lo volvería a tener, se había ido para siempre, su destino era Pablo. Respiro profundamente y volvió a entrar al recinto.

-¿Estas bien?-Pablo se mostraba muy preocupado.

-Si si, no pasó nada, nada, solo me distraje, acepto, acepto ser tu esposa-dijo mirando a Pablo y luego al sacerdote, soltó sus manos y se secó las lágrimas.

Reto escritura creativa: Día 16

16: Escribe sobre un personaje que ha durado una semana sin dormir. Max. una cuartilla.

-Todavía nada-dijo decepcionado el comisario Alviarez. 

-¡Maldición!-exclamo desesperado Juan, tiro el vaso que tenía en su mano hacia la pared y se reventó en mil pedazos, Juan estaba sudado, tenía la camisa arremangada y sucia, el blanco hacia muchos días se había manchado, pero no importaba, era la menor de sus preocupaciones. 

-Estamos ampliando el espectro de búsqueda, pero es una situación complicada, el último reporte que tuvimos fue hace dos días-el comisario Darío Alviarez decía las cosas cabizbajo, con tono pausado, el ánimo que mostraba hace una semana se había desvanecido, no sabía cómo cumplir las promesas que le había hecho a Juan el primer día cuando recibió su llamada. 

-Te dije que teníamos que ir cuando el tipo ese dijo-reclamaba Juan con furia entre los dientes, sus ojos estaban rojos, las ojeras eran unas bolsas gigantescas negras bajo sus parpados, pesados, más que cualquier objeto que alguna vez intentara alzar, nada se compara con la fuerza de gravedad que se ejercía en sus ojos. 

-No podemos ceder ante ellos Juan, y lo sabes, eso es lo que quieren-se justificaba Darío mientras tocaba su bigote, Juan salió de la habitación con decisión y golpeo con su hombro el cuerpo de Darío. 

Juan no recordaba la última vez que se sintió tranquilo, sin estrés, su sonrisa se había borrado el lunes a las 5:45pm, era una hora que no olvidaría, había llegado 45 minutos más tarde de lo esperado, el tráfico, el trabajo y las curvas de Laura habían causado el atraso, esos minutos perdidos eran lo único de lo que se arrepentía en toda su vida. 

Debía mantenerse en movimiento, había recorrido toda la casa de arriba abajo, sus pasos eran una repetición constante, todos los días pasaba por los mismos lugares, veía las mismas cosas, en su ausencia notaba las sutiles marcas que ella había dejado, cada habitación se sentía sola y sin vida, la frustración a veces lo dominaba al punto de tomar lo que no estuviera pegado a la pared y lanzarlo contra esta, el suelo estaba lleno de pequeños pedazos de vidrio y cerámica, los sentía al caminar, se iban pegado a sus zapatos como recordatorios punzantes de la situación, su rutina solo era interrumpida para tomar agua e ir al baño, en las noches se quedaba mirando a las afueras de la casa, la acera de cemento duro gris, en su mente escucha el eco de voces infantiles y el revotar de pelotas contra el pavimento. 

-Están llamando-Darío había llegado con afán a la habitación por la que en ese momento hacia su caminata Juan, este lo miro estupefacto, el sueño que podía sentir se esfumo y salió corriendo a la sala donde estaba el teléfono intervenido, tomo la bocina y la pego a su rostro. 

-Una semana y no tengo el dinero en mis manos-la voz estaba distorsionada, hablaba con un acento muy marcado. 

-Hasta hoy pude reunirlo, ¿Dónde lo dejo?, ¿ella está bien?-preguntaba Juan, las palabras salían golpeadas, tenía miedo, quería hablar lo más rápido posible, Darío le hacía señas que no sabía interpretar. 

-Te estas burlando de mí, yo no estoy jugando contigo, que lastima que tú lo estés haciendo con la vida de ella-decía la voz distorsionada. 

-Lo siento, no estoy jugando contigo, estaba reuniendo todo el dinero, ya lo tengo, ¿Dónde lo dejo?-Juan se desesperaba. 

-Papi, ayúdame, tengo mucho miedo-la voz de Ana sonaba entrecortada, estaba mocosa, decía las palabras llorando-¡Ahhhh!-grito, Juan sintió pánico. 

-Perdiste-la voz distorsionada había tomado de nuevo el teléfono, Juan escucho un disparo alejado y el beep de la línea, habían trancado, el beep en la mente de Juan se volvió más fuerte, crecía, lo perturbaba, estaba aislado, cerró los ojos y se dejó caer al suelo, cerró los ojos con mucho miedo, tapo sus oídos y cerró los ojos con más fuerza, esto debía ser una pesadilla, quería despertar, o al menos dormir para no volver nunca más.

Reto escritura creativa: Día 15

15: Elije una letra del alfabeto. Ahora recorre dos pasillos de tu supermercado local. Enlista todo lo que encuentres en ambos pasillos que empiezan con esa letra del alfabeto. Escribe sobre la persona que compraría al menos 5 de los elementos enlistados. Max una cuartilla.

Letra: "R"


-Espero haberlo comprado todo-pensó Felipe nervioso mientras caminaba a su casa con una bolsa en la mano.

Patricia lo esperaba, como todas las noches, aguardaba su llegada, no dormía si no hacia su revisión diaria, hasta que comprobara si Felipe había traído todo lo encomendado y hacia sus oficios diarios, Felipe abrió la puerta y ahí estaba ella sentada en la sala, viendo uno de esos programas de televisión en donde hay debates por temas rebuscados y termina todo con una pelea, Patricia era una mujer gorda y poco agraciada, tenía la cara grasosa llena de acné y el cabello siempre recogido en una cola, vestía una bata con un estampado floral descolorado, estaba en un sillón gigante reclinado y la luz de la T.V. enmarcaba sus facciones.

-Llegaste-anuncio Patricia, su voz era casi imperceptible, en un tono agudo chillón-ven-hizo un ademan con la mano para llamarlo.

-Sí, y son las 6:30pm-Felipe hablaba temblando, ya muchos años le habían enseñado a temer a esa mujer, no se atrevía a verla a los ojos.

-Muéstrame-ella era dominante con cada palabra, sus frases eran tajantes, sonaban como órdenes y no dejaban para segundas interpretaciones, Felipe trajo la bolsa y la abrió.

-Robitussingrip, Rowetos, Redugras, Rhelen-enlistaba mientras sacaba cada caja de medicamento de la bolsa y la ponía en una mesa al lado del sillón de Patricia.

-Trae un vaso-ordenó y Felipe rápidamente busco uno en la cocina, ella lo tomo con su arrugada mano y lo lleno hasta el tope de Rowetos, un jarabe para la tos de sabor genérico, de esos que arrugas la cara cuando lo tomas, ella lo bebía todas las noches antes de dormir, junto a dos pastillas de Robitussingrip, un anti-gripal que complementaban su coctel farmacéutico que la atontaba y hacían que dejara de sentir dolor.

Él ya tenía muy clara su labor, cada día era la misma rutina, sus manos lo hacían de forma automática, tomo un bol que se encontraba al lado de la mesa e introdujo el contenido del Redugras y Rhelen en este, ambos eran cremas para reducir grasa y para reducir la inflamación, Patricia insistía que esa sería la forma de recobrar el cuerpo que en la juventud lucio y con tantas ansias fue admirado, después de tantos años Felipe sabía que esto era totalmente falso e inefectivo, ya dudaba incluso que ese cuerpo alguna vez hubiera existido, pero ¿cómo comprobarlo? Si no existían fotos de esa época, ni nadie que la conociera, él era su única interacción social fuera de la pantalla de T.V. a veces en las mañanas la veía hablando con el astrologo y teniendo una conversación sobre las estrellas y los signos.

Comenzó a masajear su cuerpo, empezaba por sus brazos, y luego sus piernas con estrías, la crema era seca, parecía una pasta, mientras frotaba debajo de sus senos y su panza, ella no decía nada más que el esporádico “quítate que me tapas la pantalla” y le daba un empujón para que la dejara ver, habían días en que lo tumbaba, pero el continuaba sin protestar, por una hora pasaba masajeando hasta que se dormía, entre ensueños ella siempre lloraba, el jarabe para la tos la dejaban en un estado muy sensible.

-Dios te bendiga Felipe- dijo, como todas las noches y le dio una palmada en el hombro, sus parpados pesados caían y Felipe por fin se sentía libre, era el único momento del día que sonreía, salió corriendo a su habitación y saco su última compra, unas papas ruffles, chuchería que tenía rotundamente prohibida, era su escape, tomaba cada papa y la hacia crujir, se sentía libre.

Reto escritura creativa: Día 14

14: Escribe una pequeña historia que tome lugar en la cocina de un restaurant de comida rápida. Max. 500 palabras.

Una melodía pausada, cerraba los ojos y dejaba su cuerpo en piloto automático, los audífonos lo aislaban, solo escuchaba el piano, la línea de cuerdas sonar, era un soneto melancólico, lento, hipnotizaste, mientras sus manos se movían en cámara lenta, al ritmo del sonido como si flotaran en el aire y sus brazos fueran una extensión de la composición, era poético como su labor y la música se complementaban, no necesitaba los ojos para poder cumplir con su trabajo, solo ser consciente de su entorno, y la música lo conectaba, sabia el lugar y la disposición de todos sus utensilios, estaba haciendo arte. 

-¡Fernando!-escucho detrás de él mientras le quitaban los audífonos, volvía a la realidad, al caos-¿¡otra vez tú con eso de la música!?, sabes que pierdes mucho tiempo-vociferaba su supervisor, Fernando solo asentía con la cabeza y no dejaba que los sonidos salieran de su mente, inventaba notas que sabía que encajarían perfectamente a continuación. 

-Lo siento señor Rodríguez, no volverá a pasar-se excusó, su mente estaba imaginando acordes intocables, hermosos. 

-eres talentoso hijo pero necesito que prestes atención-dijo el señor Rodríguez dándole unas palmadas en la espalda. 

-Ya me pongo al día señor-se disculpó. 

-Esto se ve increíble muchacho, apúrate-dio media vuelta y se fue. 

Fernando no podía vivir sin sus audífonos, realmente no podía hacer ninguna acción si no tenía música a su alrededor, si las notas no se mezclaban en su oído y su vida no tenía banda sonora, se los coloco de nuevo, tapo como pudo sus orejas con el gorro y movió su brazo, flotaba en el mar, eran impulsos que no podía contener, sus movimientos no eran dictados por su cerebro, eran una respuesta física e involuntaria a los sonidos, estaba aislado en un desierto, solo así veía la belleza del mundo, los violes, violas, cellos y contrabajos se mezclaban perfecta y armoniosamente en su mente, su piel se erizaba ante los acordes e intervalos impredecibles, ante sus ojos se mostraban las partituras y de forma instantánea las notas que escuchaba se plasmaban, escuchaba variaciones y formas de mejorar composiciones clásicas; cuando los instrumentos estaban desafinados, aunque fuera por un rango mínimo e imperceptible, él lo notaba, hacía que arrugara la cara, sus manos entre ademanes, ordenaban y armaban su obra. 

Vio una orquesta completa a su disposición, todos tocaban el LA mientras afinaban sus instrumentos, él estaba al frente de ellos con batuta en mano, sus pies marcaban el ritmo y comenzó, la sinfonía que había imaginado a los 8 años, todavía revoloteaba su mente, la única que la había escuchado, solo la oía en ensoñaciones, anhelaba ser escuchado. 

-Están esperando-el señor Rodríguez se había posicionado de nuevo a su espalda, lo punzaba con su dedo índice, él no lo había notado, se quitó los audífonos y la orquesta desapareció en una ráfaga de polvo. 

-Aquí esta señor-volteo y le entrego el plato. 

-Se ve muy bien, ahora has una doble con extra de tocineta-ordeno, Fernando suspiro y siguió cocinando.

Reto escritura creativa: Día 13

13: Alguien despierta con súper-poderes. Max. una cuartilla.

Suspiro y abro los ojos. Todo es blanco, veo la lámpara arriba de mi cabeza, me ciega, mi cráneo va a explotar, me sentía aturdido, adolorido, temblaba en movimientos cortos, mi corazón latía frenético, “¿Qué me está pasando?” me pregunte, me sentía débil y sin fuerza, trate de alzar los brazos pero no pude, me encontraba atado por unas correas gruesa de cuero a la cama, al igual que mis pies, en un flash un camión apareció ante mí, gigantesco e imponente, las cornetas sonaron ensordecedoras, volví a la realidad, a ese cuarto blanco, no era más que mi imaginación jugando conmigo, jale con más fuerza las cuerdas, pero no era suficiente, vi a los lados, me invadía un blanco interminable, solo una puerta al frente mío dañaba la perfección simétrica de las paredes, no había ventanas, me encontraba en una bata blanca, sentí frio “¿Dónde estoy?”. 

El camión estaba más cerca, flash, de nuevo en el cuarto blanco, mi corazón se calmaba, “vamos, vamos, trata de recordar, ¿Qué paso anoche?” sentía una laguna mental, lo último que recordaba había sido mi almuerzo, y de pronto en este lugar, “¡Auxilio!” grite desesperado, “¿me habían secuestrado?” era el pensamiento que rondaba mí mente, la perilla de la puerta comenzó a moverse, mi atención se posó en ella, las explicaciones vendrían en unos segundos, entro un hombre con un traje completo color negro, tapaba cada centímetro de su cuerpo, no podía ver piel, tenía unos lentes dorados, cerró la puerta tras de él y se puso a mi lado. 

-Esto debe ser un error-le dije, él me tomaba el pulso y me ignoraba-no sé qué hago aquí, ¿Quién eres?- 

El hombre seguía examinándome minuciosamente, toco mi frente, saco un pañuelo y me limpio el sudor, ato con más fuerza las correas. 

-Es seguro-dijo y la puerta se abrió de nuevo, esta vez entro una mujer, con el cabello recogido, era de contextura grande, tenía una bata de doctora, detrás de ella otro hombre encapuchado entro con una silla blanca y la puso a un lado de la cama, ella se sentó y los dos hombres se ubicaron como guardaespaldas, se quedó mirándome a los ojos, ella era inexpresiva. 

-¿Qué recuerdas de anoche?-pregunto sin cambiar su expresión y cruzo sus piernas. 

-No recuerdo nada, lo último que recuerdo fue almorzar, no recuerdo nada de anoche, no entiendo esto-trate de explicarme lo mejor que pude pero los nervios no me dejaban, mi lengua se enredaba, flash, vi el camión flotando, elevándose a gran velocidad. 

-No lo preguntare de nuevo, ¿Qué paso anoche?-dijo ella sin cambiar su cara seria y calmada. 

-¿Qué tengo que recordar?-mi cabeza me dolió en ese instante, una punzada que atravesaba mi ojo, flash, escucho los gritos del conductor del camión, que se lanzó del camión flotante, volví a la claridad absoluta-solo veo un camión- 

-Cuéntame del camión-ahí la mujer mostro interés, sus ojos se iluminaron. 

-No entiendo, es solo mi imaginación-flash, me vi gritando, con el cuerpo del conductor destrozado a mi lado, la tristeza me invadió, vi a los hombres de negro, se pusieron alerta, la mujer atemorizada se alzó de su silla.
-Inyectenlo-ordeno ella, estaba mucho más abajo que antes, como pude vi hacia el suelo, la cama estaba flotando, uno de los hombres comenzó a elevarse, la mujer salió corriendo a la puerta, mis lágrimas me hacían ver distorsionado, las paredes comenzaron a vibrar, la mujer grito con pánico, no podía salir, el otro hombre se elevó, la lámpara temblaba.

-AHHHHHHHH-grite hasta quedarme sin voz, no entendía lo que estaba sucediendo, el techo se quebraba, se separó de las paredes, jale las cuerdas, saque fuerza de donde no existe y revente mis ataduras, el sonido era abrumador, el mundo vibraba y yo flotaba suavemente en el medio, el techo en un empujón voló por las alturas, seguidos por los dos hombres, sus gritos se perdieron en la noche, la mujer me miraba estupefacta, rendida, su cuerpo se elevó también, no grito, vi mis manos, emitían una luz roja, con cada segundo se potenciaba, mi estómago comenzó a retorcerse, la luz se hacía más fuerte, escuche un gran estruendo y todo a mi alrededor desapareció.

Entre escombros saque la mano, casi no podía respirar, tenía un gran pedazo de roca encima que aplastaba mi pecho, lo empuje y con facilidad lo moví, estaba en un lugar desolado, parecía que una explosión acabara de ocurrir, el suelo estaba lleno de carbón, me levante, sucio, sin ropa, lleno de cenizas y sin un rasguño.

Semana 10

64
65
66
67
68. Olfato
69. Gusto
70. Vista

Reto escritura creativa: Día 12

Día 12: La vida de una mujer cambia drásticamente en los próximos 3 minutos. Escribe sobre ello max. 500 palabras.

Ella se acercó y le dio un beso. Lo vio con incertidumbre, no sabía cómo lo tomaría, pero eran las circunstancias perfectas e idóneas, estaban los dos solos, quizás unos tragos abrían hecho que el momento fuera más fluido, pero ya se había lanzado, lo miraba a la espera de una respuesta, el entre sus rasgos marcados solo mostraba sorpresa, se perdía en sus ojos, fueron unos segundos que la hacían temblar, tenía miedo de su reacción, pero él se acercó lentamente y también la beso, se sintió extasiada, por mucho tiempo había fantaseado con ese momento, lo veía imposible, inalcanzable, y ahí estaba, desarrollándose los sucesos frente a sus ojos, sus pupilas se dilataron y su corazón palpito con furia, lo tomo de la espalda, y se lanzó apasionadamente, en un beso interminable, no había vuelta atrás, no quería regresar. 

Lo empujo, la libido la dominaba, era el momento que los dos habían anhelado por meses, lo presentía, ya era una sensación incontrolable la que sentía, lo besaba con fuerza, tocaba su cabello y su cuello, rasguñaba su espalda, su morena piel, quería marcarlo, que hubieran pruebas que demostraran que no estaba teniendo un sueño, marcas que serían su íntimo secreto, él tocaba todo su cuerpo y la desnudaba con la yema de los dedos, sus ojos se encontraban entre besos y caricias, se conectaban y se sentían culpables, ya era tarde para arrepentimientos, tomo su franela y comenzó a desnudarlo, a ver su cuerpo. 

El sofá no podía contenerlos, sentía un ligero temor, una paranoia de que alguien saliera y los descubriera, eso la excitaba, pero no quería ser interrumpida, el abrió su brassier, y beso sus pechos, los mordió con gentileza, ella solo emitía pequeños sonidos mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por su cuerpo, trataba de predecir sus movimientos pero él la sorprendía, corrieron al cuarto y se encerraron, por la ventana entraba la luz de la luna y marcaba su cuerpo, las gotas de sudor bajaban por sus hombros mientras se iban los pantalones y se veían desnudos, la piel se rosaba y el vello se erizaba, estaban en su punto, él se acercó y se unieron, lo sintió adentro, firme, los sonidos de ambos se coordinaron, sus ritmos se alinearon, no podía contener el placer que sentía, lo miraba directo a los ojos y le trasmitía todo lo que su cuerpo experimentaba, él la miraba y le mostraba lo mismo, eran uno, momento que estaba destinado a suceder desde que se conocieron, o de eso quería ella convencerse, los obstáculos habían sido derribados, las promesas rotas, y las traiciones puestas a flote, solo por un segundo paso por su mente él que dormía, al que le había dicho tantas veces te amo, y en un momento de distracción se preguntó “¿Qué estará haciendo?” para luego repetirse a si misma “nunca se enterara” y dejarse sumir por el placer que invadió todo su cuerpo. La carne había hablado.

Reto escritura creativa: Día 11

Día 11: Comienza tu historia con: "nunca más, es una promesa..." Max. una cuartilla

-…Nunca más, es una promesa-y jale el gatillo, el impacto fue limpio, la pared se manchó como una prueba de rorschach de color rojo intenso, me entretenía ver las curiosas imágenes que se formaban, siempre trato de interpretarlas, es cuestión de entre cerrar los ojos, girar la cabeza un poco a la izquierda y ¡guala! Ves una casa en llamas, una inyectadora, o en este caso un bebe, tengo una interesante teoría, y es que esa mancha representa el ultimo pensamiento de la víctima, la bala pasa por el medio de sus ojos y atraviesa su cerebro, no es tan descabellado si lo piensas un poco.

Tome el arma y la guarde en su funda, es poético como está caliente después de tomar una vida, es como si tuviera vida propia y absorbiera el alma del ultimo al que toco mortalmente, cierro mi chaqueta y me acerco a el sujeto #43, el hombre gordo, calvo y con barba, estaba sudado, sus últimas palabras fueron “perdón, no lo hare de nuevo”, por supuesto que no lo harás de nuevo, no lo permitiría, su cuerpo inerte no haría nada más, me puse unos guantes, y arrastre su cuerpo que dejaba rastros de sangre, un camino sin vida, estaba tieso y pesaba mucho, pero esto era el precio que debía pagar, abrí la puerta con la espalda, entre al cuarto oscuro, estaba putrefacto, el piso pegajoso, desde hace unos 30 sujetos prefiero mantener la luz apagada, deje el cuerpo en el centro, lo llene de gasolina y le prendí fuego.

Tome un baño, quitarme su olor, me urgía, restregué lo más fuerte que pude, salí y agarre la bolsa sellada que tenía preparada, saque un pantalón y una camisa nueva, me las puse y salí de la casa, estaba en este bosque desolado, el carro me aguardaba, me monte y comencé a conducir alejándome, sin encender las luces, no quiero llamar la atención, vi la hora, son apenas las 11:39pm, “me da chance de buscar uno más” pensé, llegue a la ciudad, estaba activa como cualquier sábado por la noche, la música salía de las discotecas por las que pasaba a gran velocidad, iba a la avenida 9, ya lo tenía localizado, el #44, llego a su casa, siempre parecen las casas más comunes, ojo, después de ver tanto no veo esto más que como un motivo de sospecha, me acerco a la puerta, todo está oscuro, esta trancado, empujo con fuerza, se abre de par en par, “sé que estás ahí” pienso, lo percibo, era un talento que he desarrollado con la experiencia, camino al sótano, y el hijo de puta está ahí con ella, la furia me invade, odio cuando los consigo en pleno acto, él era un hombre delgado, larguirucho, con unos lentes gigantescos, estaba lamiendo su cuello y ella llena de sollozos temblaba amarrada a la silla, desnuda, corrí y lo golpee, ella comenzó a llorar más fuerte, #44 estaba desconcertado, no entendía que sucedía, “¿quién eres?” preguntaba sin cesar mientras lo golpeaba, “para” suplicaba, lo golpee hasta dejarlo inconsciente.

-… Ramón Rodriguez, edad 32, crimen 4 violaciones y asesinatos, esos los que logre registrar, y un 5to intento, evitado en pleno proceso-dije calmado viéndolo a los ojos, estaba amarrado a la silla donde hace unos 30minutos estaba su víctima, cuando los consigo en pleno acto no me puedo contener, no puedo esperar a llegar a la casa en el bosque-¿algunas últimas palabras?-alce mi brazo y lo apunte entre los ojos.

-¿Quién eres?, no sé de qué hablas, esto es un error-decía con miedo, llorando y temblando, todos terminan así-déjame en paz-lo golpee con el arma.

-¿Eso es todo?-pregunte impaciente.

-Déjame ir, te juro que no lo haré nun…-

-…Nunca más, es una promesa-y jale el gatillo, interesante, la pared ahora tenía un mural con forma femenina.

Reto escritura creativa: Día 10

10: Mira directamente a tu izquierda, usa el primer objeto que veas como una metáfora para una idea abstracta Max. 500 palabras

Paso por caminos inciertos, de incomprensión, la claridad se apaga a mí alrededor, poso mi mirada en un punto fijo, eterno como los segundos que me recuerdan, ¿Qué me recuerdan que?, solo son sensaciones, conexiones en mi cerebro que hacen que se liberen endorfinas, y sienta déjà vu de momentos que jamás sucedieron, piel tersa, sabor dulce, solo la efímera oscuridad de la noche me permite verla, entre sombras esta la luz, y en el interminable resplandor veo tu oscuridad, piernas infinitas, mis movimientos son lentos y precisos, parpadeas, la aleatoriedad del tiempo avanza y se detiene con cada sonido del reloj, mis manos son solitarias en esta travesía, los labios rosas emiten sonidos sordos, en frecuencias impalpables, palpo humedad a mi alrededor, abro los ojos y ya no estas.

Reseña "Scary Movie 5"


¿Por que existen películas como esta? un vomito visual y auditivo, con malas actuaciones, historia, y TODO lo que en ella este plasmado, al menos las primeras dos entregas causaban algunas risas esporádicas, esta solo te hace querer salir corriendo, no dedicare mas lineas a esto que no se puede llamar película.

2/10

Reto escritura creativa: Día 9

9: Cuenta acerca de un personaje que perdió algo importante para él o ella. Max. una cuartilla

La vía era oscura y desolada, ahí estaba Ricardo, furioso, pero sin demostrarlo, deseoso de venganza, solo unas horas antes había visto a su novia tirando con otro hombre, su amigo, ¿como demonios creía ella que diciendo "mi amor, lo puedo explicar" saldría de la situación?, la amaba y la odiaba, una sensación tan inusual e imprevista que resultaba penosa para él, ?como podía seguir amándola?, ¿como pudo amarla en primer lugar? después de tal traición, las luces amarillas en la vía se hicieron notables para él, se iluminaban de forma incandescente al toparse con ellas, una tras otra como una secuencia interminable, no habían carros en la carretera, estaba solo el, la botella en su mano y el destino incierto.

Los gemidos resonaban sin cesar en su cabeza, rebotaban y hacían eco, eran una memoria que no podía borrar, ¿has sentido que te quieres ahogar y solo quieres olvidar por unos segundos? ¿que su presencia no este ahí? conducía sin rumbo buscando eso, el alcohol solo era una excusa para perder el conocimiento, de distraerse y evitar su rostro placentero con otro hombre detrás de ella, "¡MALDICIÓN!" gritaba al vacío insoportable, sin nadie que lo escuchara, en un grito sin importancia, nadie estaba allí, para consolarlo, y sentirse querido, había apoyado todo en ella, su vida giraba en ella y ahora estaba desorientado, todo daba un vuelco.

Presionaba el acelerador sin miedo, y bebía el ron como si fuera agua, estaba mareado, la vía se oscurecía, tomaba izquierda o derecha al azar, conducía en círculos y cada vez mas rápido, había dejado tiempo atrás los edificios de la ciudad que estaban siendo remplazados por arboles e interminables campos verdes, quería destruir lo que se le atravesara, sentía deseos de que un animal se atravesara en su camino y pesarla por encima, ver que alguien podía sentir mas dolor que él, "que idea tan estúpida" se decía al pensarlo dos veces, solo quería destruirlos a ellos, que sintieran la presión inexplicable en su pecho que lo pegaba contra el asiento, no lo dejaba respirar, cerro los ojos por un segundo y ahí seguía presente, estaba viviendo una pesadilla en vida y sintió el impacto.

-Ricardo, Ricardo, esta despertando doctor-escucho una voz de mujer, que con una voz quebrada hablaba, abrió los ojos y la vio con las pupilas rojas al parecer de llorar, estaba en lo que parecía un hospital, tenia hambre, mucha hambre, entro un hombre en bata, asumía que era el doctor en cuestión, sus ojos comenzaban a ver mas enfocados y pudo detallar a la mujer, tenia el pelo amarrado, y parecía que no había dormido muy bien.

-Dios mio, que bueno que despertaras, estaba muy preocupada por ti-decía mientras lo besaba en las mejillas-perdóname por favor, no quiero perderte, esto me dio a entender eso, te amo-Ricardo la vio detenidamente, sus palabras parecían reales, sentidas, pero solo podía pensar en una cosa, un solo pensamiento rondaba en su cabeza, una sola pregunta.

-¿Quién eres?-